La Escarapela Nacional


                ¡Salve, luminosa escarapela de la patria..! Azul celeste como la inmortalidad de tu destino y blanca como la pureza de tu gloria inmaculada. Síntesis del cielo en día de bonanza, eres imán de unión y fraternidad para todos los argentinos y extranjeros que te aclaman condecoración de los hombres libres. Símbolo de soberanía, emblema de esperanza y signo de igualdad, eres la brújula que nos guía en la jornada, para el triunfo de la paz y la concordia. De ahí que te llevemos en el corazón -¡oh, relicario de la sangre heroica!- al compás de sus latidos de amor y lealtad. Flor de milagro, entretejen tu armoniosa unidad las fibras de tu cinta azul celeste y blanca. Como estrella de honor, te lucimos en el pecho y heraldos de auténtica argentinidad, sabremos honrar tus prestigios de insignia sagrada con la ofrenda de una vida ejemplar, de orden de trabajo y de justicia. ¡Salve, luminosa escarapela de la Patria!

(Julio Picarez)

El Día de la Escarapela, como 18 de mayo, fue instituido por el Consejo Nacional de Educación, en el año 1935. (Res. 13-5-1935, Expte. 9602-9º-935).
El origen de los colores de la escarapela y las razones por las que fueron elegidos para simbolizar a la Patria no pueden establecerse con precisión.
Entre muchas versiones, una afirma que los colores blanco y celeste fueron adoptados por primera vez durante las invasiones inglesas (1806-1807) por los Patricios, el primer cuerpo de milicia urbana del Río de la Plata y que luego empezaron a popularizarse entre los nativos. Se dice también que la escarapela argentina fue utilizada por primera vez por un grupo de damas de Buenos Aires al presentarse a una entrevista con el entonces coronel Cornelio de Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, el 19 de mayo de 1810.

 

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